Por eso: “Bendito es aquel que ama y venera a su madre”

El agua más pura es la lágrima que una madre derrama por el amor a su hijo.

El alimento más provechoso es el que mana del pecho de una madre.

La caricia más divina
es la que proviene de la mano de una madre que consuela a su hijo.

El fuego más sagrado
está en la luz de los ojos de una madre al ver feliz a su pequeño.

La oración que Dios escucha más,
es la de una madre que ruega por su hijo.

La bendición más grande,
es la que una madre hace a su hijo al desearle lo mejor para su vida.

Por eso: “Bendito es aquel que ama y venera a su madre”

Todas las madres aman con toda su alma y por eso todas son santas.

Cuando una madre deja a su hijo,
le ama en la distancia y, con el corazón destrozado, ruega a Dios por él.

Cuando una madre corrige con dureza a su hijo,
lo hace con el anhelo de enseñarle a caminar por una senda correcta.

Cuando una madre muere, es tan grande su amor, que se convierte en un ángel guardián que abraza a su hijo cada día.

Por eso: “Bendito es aquel que ama y venera a su madre”

Cuando un hijo aprende a amar a su madre,
entiende que su padre es igualmente merecedor de su amor.
Cuando un hijo ama a su madre y a su padre,
se amará a sí mismo plenamente.

Cuando uno se ama a sí mismo,
aprenderá a amar al prójimo sinceramente.

Cuando uno ama al prójimo,
conocerá el amor a Dios, porque Dios está en el corazón del prójimo.

Por eso: “Bendito es aquel que ama y venera a su madre”

Gonzalo José Rodríguez Marcucci

1 comentario

ana maria vasquez · julio 13, 2012 a las 2:37 pm

Quiero agradecerle porque por sus platicas estoy en el proceso de reconciliacion con mi madre, los escucho via internet ya que estoy en el extranjero,pero cuando visite mi linda guat ire a sus platicas,excelente sigan adelante. Att ana maria

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