En mi propio proceso de sanación encontré que sanar es amar, no existe otra sanación que no pase por el amor. Hay que aprender a amar lo que no se ha amado y a quien no se ha amado. Para amar más a los demás debemos amarnos más a nosotros mismos también.
El amor a uno mismo
El amor a uno mismo descansa sobre 3 pilares fundamentales:
- El amor a Dios: Según mis creencias, Dios es el origen de todo amor. Amando a Dios aumentamos nuestro amor a nosotros mismos.
- El amor a los Padres: Nosotros somos mitad mamá y mitad papá, amar a nuestros padres es equivalente a amarnos a nosotros mismos.
- El amor a nuestra historia: Hoy somos el producto del ayer, si hay una parte de nuestra historia que no hemos podido amar, es una parte de nosotros que no amamos. Sanar el pasado, es poder recordar el pasado con amor.
La unión de 3 aspectos de nuestra personalidad:
En el proceso de terapias utilizo 3 enfoques:
Mental: Hablamos sobre la sanación, los problemas y tratamos de comprender que pensamientos me impulsan a sanar.
Emocional: Hacemos ejercicios emocionales que permiten drenar el dolor y aumentar el amor.
Físico: Recomiendo acciones que puedan concretizar el proceso de sanación. Si por ejemplo, comprendo que debo amar a mis padres y he sanado emocionalmente, ese amor debe materializarse en acciones que demuestren el amor a mis padres. De lo contrario me quedaría en la teoría. Por eso dijo nuestro señor Jesús: “por sus frutos los conoceréis”.
La duración de las terapias:
Mis terapias son cortas, aproximadamente 10 sesiones de 1 hora a intervalos de 15 días. Al final del proceso aspiro a que cada persona que me da la oportunidad de asesorarle en su proceso de sanación aprenda técnicas de «Autosanación». Es decir, yo solamente enseño como sanarse a sí mismo. El proceso de sanación dura años y hasta décadas, lo que a mi juicio necesitan las personas es aprender las herramientas para sanar a través del amor, pero el compromiso de amar más, es para toda la vida.